«Queremos vivir en paz» |
Liber Trindade |
Cada semana somos testigos a través de los medios de la ascendente escalada de violencia en nuestra sociedad. Si los medios no dijeran nada, simplemente bastaría con oír los comentarios en la calle, a nuestro alrededor. En una sola semana robaron a tres funcionarias de mi empresa, en distintas partes de la ciudad, a plena luz del día. Los últimos catorce años son un promedio de tres robos al año, los que debimos enfrentar en obras, oficinas, vehículos, catorce años trabajando muchísimas horas extras para hacer frente a los gastos que nos han ocasionado estos robos, perdiendo calidad de vida. Pero hace dos semanas atrás, el lunes 28 de noviembre, cuando la medianoche daba paso al ingreso de este nuevo día, ocurrió lo que fue el desencadenante de algo que había sucedido unas semanas antes, un copamiento. Quienes somos padres, quienes daríamos cada gota de sangre por nuestros hijos, cada segundo de la vida que nos pueda quedar por ellos, sabemos que haríamos cualquier cosa por defender sus vidas, pero quiso la presión de esta locura en la que nos toca vivir que un padre desesperado gatillara un arma en la oscuridad —pensando tal vez en evitar un nuevo copamiento— y terminara con la vida de su hija. Se trataba de María Federica Alonso Bauer, de veinticuatro años, hermana de Leonardo, un buen pibe al que conozco, algunas personas me llamaron esa mañana y me decían te juro que siento una presión en el pecho, no lo puedo creer, y no por un estrecho vínculo con la familia, sino porque por encima de todo esto te muestra lo vulnerables que somos. El jueves fue la marcha que ya estaba convocada muchos días antes por seguridad, en la que un cartel rezaba «QUEREMOS VIVIR EN PAZ». Fueron más de cuatro mil personas las que asistieron, eran vecinos, amigos, nada tenía que ver con algo político, de hecho habría que preguntarse dónde están los políticos. Soy un convencido de que el único camino de salida es uno totalmente radical, un verdadero ataque al problema, mientras tanto la oposición sigue criticando las ocurrencias de nuestro presidente, su fuerza política cada vez más enredada en su interna y cada vez son más los ciudadanos de bien que asisten a los cementerios a llorar a sus muertos, ya sin fuerzas de enfrentar al sistema. Por favor, señores políticos, que la muerte de Federica no haya sido otra muerte en vano, defendamos los Derechos Humanos de la gente de bien. |
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