¿Cuánto vale la palabra y el compromiso?
José Píriz
 

El título tiene mucho que ver con los tiempos por los que vamos transitando, donde todo el mundo dice que hoy se han perdido valores y otros dicen que se han cambiado los valores y ética, hubo un tiempo en que la palabra y un apretón de manos bastaba para que se creara un compromiso al que uno quedaba obligado a cumplir, y así se vivía creyendo más en la gente. Los tiempos son otros, hoy ni con documentos de por medio se cumple lo acordado o lo prometido. Este preámbulo lo hago porque en año del bicentenario, vecinos de Paso de la Arena apoyando una iniciativa de tener en su seno un monumento que nos distinga como un centro histórico, dedicado a todos aquellos que como pueblo siguieron a Artigas —muchos cayeron sin que de ellos quedaran recuerdos— y a la vez en homenaje a todos los desaparecidos del mundo, con igual resultado: el olvido. El monumento, como ya saben muchos, lleva la denominación «A la Dignidad del ser humano». Cuando se lanzaron las líneas estratégicas del municipio A en la federación de la carne en el Cerro, tanto la intendenta Ana Olivera como el flamante alcalde Gabriel Otero asumieron trabajar con todos los vecinos sin banderías políticas y además les gustó el proyecto del monumento y dijeron que por la importancia de la zona para el departamento esto salía sí o sí. Hoy estamos a más de un mes del 23 de octubre, día propuesto para festejar el Éxodo y el expediente sigue trabado en la prosecretaría de la intendenta. ¿Razones?, no hay razones creíbles o razonables, entonces queda lo que ha dicho gente que está por dentro de la Junta Departamental de Montevideo y la propia Intendencia: razones puramente políticas, porque yo que he tenido el peso de llevar todo esto a su realización no soy de la fuerza de gobierno. Es cierto, no soy frentista, pero como muchos vecinos creímos que esta fuerza cumpliría sus compromisos y valoraría su palabra empeñada, con pena tengo que reconocer mi error al creer que podríamos trabajar en igualdad de condiciones con quienes sí son frentistas. Nuestros proyectos así sean para mejorar la zona no corren, es más, ni arrancan, quedan sucuchados y olvidados. Calles con décadas sin terminar o arreglar, cunetas, áreas verdes, basurales, señalizaciones, poda coordinada, ciclovías y tantas otras cosas.

Habrá elecciones de concejos vecinales y presupuesto participativo, pero así la descentralización se cae a pedazos. Todo por trabajar solo con los compañeros de todas las horas y dejar fuera a vecinos de otras tendencias, ¿«discriminación»?, no sé, póngale el nombre que quiera, yo lo único que quiero es que tengan en cuenta lo que otra gente presente y que respeten el esfuerzo que cada uno hace. Repito, la señora Ana Olivera y el señor Gabriel Otero están en falta por varios lados, si así comenzamos la relación, cómo será la convivencia con todo lo que falta de este periodo municipal.

 
 
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