¡La basura otra vez! Una visión europea
Marcelo Caporale
 

En Viena clasifican la basura —pero la clasifican en serio, sin inventos ni contenedores naranjas—, que recoge el mismo camión. Una pista: lo incentivan con quitas de impuestos. En los países nórdicos no se venden envases descartables, en Alemania no hay bolsas de nylon, y en Bruselas son de papel.

Un concepto de limpieza distinto

Estamos entre países desarrollados que por más que estén en notoria crisis, aún así no igualan la realidad uruguaya en uno de sus mejores momentos. La infraestructura la tienen, las ciudades también y el turismo seguirá siendo una formidable entrada a los países de Europa.

Y en este marco, no he escuchado todavía que se le eche la culpa a la educación de la gente cuando algo funciona mal. Incluso en estos momentos es el sistema con su funcionamiento el que hace que las cosas se hagan, incluida la formación de los ciudadanos en la responsabilidad de hacerlo.  Las administraciones se encargan de forzar al sistema mediante normativas para que casi naturalmente todo siga un curso correcto y la propia ciudad se convierte en el educador de sus habitantes, entendiendo todo este mundo como algo global, sistematizado y casi automático; la limpieza de la ciudad. Cosa que no nace y muere en el barrido de las aceras.

En Austria se incentiva la clasificación de residuos, no solo por la educación, sino por convenios laterales de descuento para los ciudadanos que hacen un buen uso del sistema. Hay lugares para entregar cada tipo de residuo, plásticos, orgánicos y papeles. Y con un comprobante el ciudadano obtiene descuentos en distintos comercios producto de su buen actuar. La municipalidad, alcaldía o administración que fuere, luego recompensa en quitas de impuestos a los comercios adheridos. En algunos casos con asociación a los gobiernos nacionales.

Entonces, ¿no es de alguna manera incentivar la clasificación? Y me pregunto si en el Uruguay no habría gente dispuesta a levantar lo que lamentablemente muchos igualmente dejarían en la calle, ¿eso no contribuiría a la limpieza de la ciudad? Lo retornable tiene precio y si eso ocurre no queda suelto.

Esa es otra medida interesante, se incentiva a las empresas para que envasen sus productos en retornables y con el mismo criterio se carga impositivamente a aquellas que lo no lo hacen. Sucede esto en Alemania, Bélgica y Holanda, y automáticamente quita de la calle gran cantidad de residuos, como los envases de bebidas. Ejemplo, el de 500 cc. de la marca cola más popular del mundo y las otras, que se venden de esta manera en los mencionados países y en los nórdicos, Noruega, Dinamarca, Suecia y Finlandia.

Medidas como estas son de inteligencia básica, pocos recursos hacen base para un sistema de recolección, limpieza y reciclaje funcional. Y a las ciudades más eficientes. Algunas como Málaga, Stuttgart o Copenhague como tantas, donde se encuentran cada doscientos o cuatrocientos metros depósitos clasificadores de residuos para no arrojarlos en la calle. O repartir en la semana el tipo de residuo que se recoge según el día como en Viena para que los vecinos se organicen. Y ahora sí, con esa estructura se colabora e influye directamente en la educación de sus ciudadanos, por medio de ese sistema de incentivos. 

Son estas cosas las que debería pensar una administración que quisiera comprometerse con el hábitat de sí misma, la limpieza y el medio ambiente antes de echarle la culpa simplemente a la educación o la idiosincrasia de su pueblo. Que mucho tienen que ver pero que las estructuras por encima deberían incentivar primero, antes de caer en el «facilismo» de mirar la vereda de enfrente.

Punto de reciclaje

Luego de tener una clasificación funcionando, recién ahí se puede empezar a hablar de reciclaje seriamente, ya que para esa tarea es necesario recibir la basura de esa manera y saber a qué uso destinarla.

Se podría imaginar cuadernos de hojas recicladas de la administración en ayuda a la escuela pública,  pasando por bolsas recicladas para los supermercados, y hasta una incineradora de basura para generar energía y ayudar al flujo eléctrico que tantos dolores de cabeza nos trae cuando precisamos de nuestros vecinos, o ni hablar del gasto que significa alimentar con petróleo la central Batlle.

Montevideo debe en algún momento dejar de alimentar su «cerro de basura» en Camino Carrasco, porque de esa manera por más contenedores naranjas que coloque lo único que hace es contaminar el medio ambiente con gases del estado de descomposición, líquidos que se filtran en el terreno y el paisaje.

En vísperas de Navidad y año nuevo, circulando por rutas portuguesas, y justamente rutas, señalización y tránsito, otro campo en el que hay sin dudas mucho por hacer dentro y fuera de nuestra capital, será el tema para la próxima edición de Al día. Desde Lisboa, Portugal, y en el final de mi viaje de arquitectura les digo hasta la próxima deseándoles muchas felicidades en estas fiestas y lo mejor para el año que comienza. «The truth is out there»(1).

La del estribo: en Ámsterdam se encuentran baños públicos en la vereda por doquier, cosa que no vendría mal para contribuir a la limpieza de la Ciudad Vieja y sus olores.

(1). «La verdad está ahí afuera». (N. del E.)

 
 
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