Destrucción literaria |
Liber Trindade |
Una de las grandes cosas que me ha dado mi profesión es estar en contacto diario con mucha gente, en distintos barrios, que te va nutriendo de anécdotas, de historias, las que a veces, como en este caso, nos resultan incomprensibles y nos hacen detenernos para oírlas con mayor detalle y compartirlas. En esta nota, los atacados e indefensos son los libros de la biblioteca de una escuela pública que en los últimos meses han sido desterrados, iniciando su viaje en los contenedores de basura hacia la usina de Felipe Cardoso. En este camino muchos encontraron en los hurgadores su oportunidad de ser comercializados en las ferias vecinales y volver a alguna humilde biblioteca que les diera asilo. Este relato, que para los amantes de los libros puede estremecer, nace de las palabras de la entrevista que le realicé a una persona allegada a la escuela pública n.º 94 de segundo grado, José Roger Balet, ubicada en la calle Durazno 1331 entre las calles Ejido y Yaguarón (allí enfrente con orgullo asistí al Liceo n.º 5 José Pedro Varela, entre los años 1983 y 1986, lugar en que se impartía disciplina, exigencias que hacían a la formación del individuo, junto a los valores que se nos transmitía en nuestro humilde hogar, que son los que me han guiado en todos estos años). La historia de esta despreciable acción es advertida sobre el mes de mayo por esta persona, quien observa que en un tacho se encontraban muchos libros. Los retira, viendo que estaban en muy buen estado. Sabe que le preguntaron a una limpiadora quién estaba tirando estos libros y contestó que era una de las maestras, «pero eso no es nada, se creen que nosotros somos burros de carga, ya llevamos como mil libros a la volqueta». Esta persona tuvo la valentía de darme su nombre, por amor a su país, el tema es que la gente sigue teniendo miedo y nos reservamos nuestro derecho de no divulgar nuestra fuente. Espero que las autoridades tomen nota de esta denuncia, que investiguen y que no quieran tapar la realidad. Hace unos meses amenazaron a los maestros de las escuelas rurales, que hablaron con la prensa de la situación de sus escuelas, de las carencias; porque llamarlos públicamente a silencio, diciendo que no los iban a sancionar porque «esperaban que no tropezaran con la misma piedra dos veces», es un claro acto de presión, buscando amedrentar. |
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