El partido Partido Colorado
Jorge Castro Latorre
 

Un ejercicio de memoria personal sobre el devenir histórico del Partido Colorado.

Fundado hace más de 176 años, una de las colectividades políticas más viejas del planeta, es forjador sin duda alguna de los más grandes acontecimientos históricos y de gobierno en el país. Creado a partir de las luchas por el poder en tiempos de la lejana independencia, donde las armas tomaban la delantera a la razón y los argumentos, junto con el partido Nacional han sido la columna vertebral de institucionalidad que el país se fue dando. Desde aquellas encarnizadas batallas del sitio y la defensa que terminaron con la paz de 1851, siguieron cruentas batallas durante todo el siglo XIX hasta la paz final luego de la guerra civil de 1904. Años difíciles, sin dudas, atravesados por la República, pero que fueron cimentando el ser nacional, y más allá de las luchas intestinas se siguió avanzando siempre hacia lograr un país mejor.

Gobernando gran parte de aquel violento siglo, nos adentramos en el siglo XX, donde sin duda alguna de la mano de don José Batlle y Ordóñez se fue forjando lo que hoy conocemos como el país modelo, del que el Partido Colorado fue gobierno durante 93 años cortados por el rotundo triunfo nacionalista de 1958 de la mano de otro incansable caudillo de las mejores historias del país, el Dr. Luis Alberto de Herrera.

Pero ¿cuál ha sido el comportamiento del Partido en más de 176 años? ¿Homogéneo, férreo? No, muy por el contrario, siempre estuvo conformado por diferentes corrientes de pensamiento, se conocen así riveristas, batllistas, colegialistas, presidencialistas, vieristas, lejos estoy yo de poder hacer un estudio o relato de capacidad intelectual sobre los 176 años, pues carezco de la habilidad necesaria para ello, pero sí me voy a referir a lo que de la historia del Partido conozco, simplemente por experiencias de vida, por lo que a través de mis años he participado como simple ciudadano, como un observador de la realidad que al país mueve y por supuesto en la que el Partido juega un rol preponderante en todos los acontecimientos, siendo parte de las soluciones o parte de los problemas. Es por todos conocidas, al menos por referencias, las luchas de la 14 y la 15, pero escapan a mi edad, por lo que comenzaré con lo sucedido a la muerte de don Luis Batlle Berres, y las divisiones que en el Partido trajo aparejadas su prematura partida.

¿Quién lideraba ahora el Partido? Allí en el año 1965 se organizaron internas donde Jorge Batlle resultó ganador, estaban otros sectores, el de los Cuatro Senadores —Alba Roballo, Glauco Segovia, Manuel Flores Mora, Amílcar Vasconcellos—, la 99 con Zelmar Batalla Lanza, y el partido se embarcó en las elecciones de 1966, donde se debería vencer al Partido Nacional, ya en incipiente violencia por la guerrilla tupamara. La comparecencia a las urnas se dio conjuntamente con la Reforma Naranja que nos dejó la actual constitución, luego reformada. Allí comparecían grupos diversos dentro del Partido, muy fragmentado, pero que la ley de Lemas lograba reunir bajo una bandera común, y tuvimos listas por la Reforma, por el Colegiado, diverso como el partido. Ganamos las elecciones y el Gral. Óscar D. Gestido fue ungido presidente el 1 de marzo de 1967, siendo vicepresidente por una fórmula de acuerdo el Dr. Jorge Pacheco Areco.

Eran años de economía con muchos problemas, llegábamos al final del estado de bienestar, la violencia en las calles, en el Uruguay y en el mundo, movimientos de liberación, cambios en la música, la juventud, etcétera, una época muy efervescente. A la muerte del Gral. Gestido y al asumir la presidencia Pacheco Areco, el Partido estalló en pedazos, para llegar a la elección de 1971 fragmentado entre quienes apoyaban el reeleccionismo, a lo que el batllismo siempre se opuso, y el propio batllismo, liderado por Jorge Batlle Ibáñez, quien volvió a perder a manos de la formula Bordaberry-Sapelli, ya con importantes batllistas y colorados como Zelmar Roballo, Batalla, entre otros, lejos del Partido, conformando el naciente Frente Amplio, hoy en el Gobierno.

Se llegó a la dictadura y al golpe de Estado de manos de Juan María Bordaberry, en lo que se denominó la dictadura cívico-militar, donde, desde la prisión de Jorge Batlle en octubre de 1972, pasando por los sucesos de Boiso Lanza, los comunicados 4 y 7 del 9 de febrero del 73, hasta el golpe el 27 de junio de 1973, la historia conocida hasta allí, nos muestra que el Partido llegó a esas circunstancias fragmentado, sin respuestas a los problemas. El período de dictadura sirvió para que el partido se encolumnara detrás del batllismo en la lucha por la recuperación de la democracia perdida, y así Vasconcellos, Jorge Batlle y Raumar Jude formaron aquel triunvirato que junto al triunvirato nacionalista en los años oscuros lucharon por arrojar luz, hasta que llegamos a las internas de 1982 donde surgieron grupos nuevos como los liderados por Enrique Tarigo y Manuel Flores Silva, junto a los ya tradicionales, llegando a las elecciones de 1984 con el triunfo de Julio María Sanguinetti con fuerte respaldo de todos los batllistas, y la fórmula de Pacheco con Carlos Pirán, con lo que sería el ala derecha del Partido. Años de rearmar nuevamente la nación, estabilizarla, democratizarla, en lo que el partido jugó un papel preponderante sin dudas, pero llegamos a la elección del 89 nuevamente hechos pedazos, divididos con el «brazo arrancado» de Jorge Batlle y nuevamente las varias fórmulas presidenciales. Yo integraba las filas de los indios, aquellas malas imágenes nos hicieron nuevamente perder las elecciones nacionales ante el Partido Nacional de la mano del Dr. Luis Alberto Lacalle de Herrera. Y allí teníamos al Foro, a la 15, y a otros sectores, recuerdo ya para las elecciones del 94 con Hugo Batalla nuevamente en el Partido y a Jorge Batlle retirándose, bajándose de la política, para volver unos meses antes y lograr más de 100.000 votos que finalmente dieron la victoria al Partido, pero no lo unió, simplemente se zurció en pos de la victoria. Eso llevó a que llegáramos con diferentes visiones al Gobierno, a lo que la gente tanto repudiaba como los repartos de cargos.

Reforma constitucional del 96 mediante enfrentamos con una sola fórmula el 99, pero igualmente no con sectores o grupos, sino que divididos en lo conceptual. Mal que a muchos esto les pueda pesar, así fue y Batlle debió enfrentar la mayor crisis económica de los últimos cincuenta años, perdiendo nuevamente el Gobierno y llegando apenas en 2004 a un mísero 9 % del electorado. La heridas dejan huellas profundas sin dudas, remontar esos porcentajes es una tarea titánica, y quien encabezó la recuperación del Partido fue el Dr. Pedro Bordaberry ya en las municipales del 2005, y una fantástica remontada en 2009 nos llevó al 17 %, con un Vamos Uruguay siendo absoluta mayoría con un 70 % en las internas y un 60 % en las nacionales del 2009, pero ya mostrando divisiones muy fuertes rumbo a las municipales del 2010. Transitamos con muchas actividades estos años con un congreso ideológico, con estructuras partidarias fuertes, o por lo menos tratando de que se muestren fuertes, las recientes elecciones juveniles con 50.000 votos en todo el país, eso que debería mantener al Partido activo, luchando en los barrios, trabajando, junto a la gente y por la gente. Pero surgen nuevamente problemas, las divisiones inconducentes que siempre dañan al Partido como herramienta de cambio, a la decisión inconsulta de Bordaberry de irse de los cargos en el actual Gobierno se opone a la decisión del batllismo encabezado por José Amorín Batlle de quedarse en ellos, y comienzan acusaciones cruzadas entre dignos e indignos por quedarse o por irse, mala imagen en un partido que tenga aspiraciones de volver al Gobierno.

Seguimos sin respuestas a nivel departamental, imposible recuperar Montevideo, sin estrategias de partido, sin organización, sin candidatos a la vista. Corremos hoy ya con serias desventajas con las fuerzas nacionalistas desplegadas por Jorge Gandini, no hay hoy referentes a nivel municipal en el Partido, mientras nos desangramos en una estúpida estrategia montada para denostarnos entre nosotros, las patéticas críticas del diputado Fitzgerald Cantero sobre lo actuado por Juan Justo Amaro en Ancap, el buscar la chiquita. Siempre hubo y siempre habrá sectores diferentes, y bregaré por ello, pero con una mirada clara en objetivos superiores. El Partido no tiene dueños y jamás los tendrá, somos un colectivo de hombres libres, por lo que tampoco tendrá un pensamiento único, pero sí debe de tener una estrategia de partido, una estrategia de cómo avanzar entre los diferentes sectores. Las acciones hegemónicas lo debilitan, se necesitan contrapesos, el batllismo está en ello, pero deberán crecer juntos ambos sectores y, al decir del politólogo Adolfo Garcé, Pedro Bordaberry deberá entenderlo, de otra forma el Partido seguirá partido, y estará destinado a seguir tercero en las contiendas electorales.  Es esta la opinión de un colorado de alma, un batllista de siempre, un hombre comprometido con el Partido, el cual debe de estar al servicio de la nación, y no la nación al servicio del Partido, entender esto nos hará fuertes, y nos llevará nuevamente a gobernar el Uruguay.

 
 
 
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