Los monstruos marinos y los límites de la geografía educativa |
Martín Bueno |
Una mirada a un solo aspecto del drama de la educación. |
Es un diagnóstico acordado entre todos los actores involucrados en la sociedad uruguaya que la educación es un desastre. Algunos culpan al neoliberalismo, otros al sindicalismo salvaje, mezquino y poco pensante. Más allá de nuestra opinión personal, queremos expresar una mirada diferente, a un solo aspecto, del drama de la educación. Pero en este caso vamos a comentar el fenómeno inverso, un fenómeno habitual que sucede en los mejores liceos de nuestra capital, aquellos que salen muy bien en las pruebas PISA, aquellos que son caros y de acceso limitado a quienes pueden afrontar cuotas que van mucho más allá de un salario mínimo. Cabe destacar que el sistema privado de educación hace un gran aporte al Uruguay y sus habitantes y gracias al mismo podemos mejorar sustancialmente (lamentablemente solo a los que pueden) los niveles educativos. En los últimos años me he sorprendido en reiteradas oportunidades en conversaciones con jóvenes y adolescentes en edad liceal de los mejores liceos. También hay que decirlo, el fenómeno no solo sucede en los jóvenes, también en muchos adultos. Desde aquellos que con quince años no conocen el centro de Montevideo, hasta aquellos que están convencidos de que de avenida Italia al norte son todos asentamientos. Existe una rara cultura que se da en algunos montevideanos que por algún extraño proceso y sin dudas fallas en el proceso de educación están convencidos que barrios absolutamente normales como Belvedere, Paso Molino, Paso de la Arena, el Cerro, La Teja, Brazo Oriental, Euskal Erría, Villa Española y tantos otros son todos cuasi asentamientos. Si mucha gente piensa que en cualquier barrio que sea al norte de avenida Italia se acaba el mapa y nos encontramos con monstruos marinos. Esta realidad se puede corroborar en simples charlas, muestra una carencia cultural brutal que indirectamente lleva al prejuicio equivocado sobre ciertas zonas de Montevideo y sus habitantes, colocando una barrera cultural antes de comenzar toda interacción. Esta simple apreciación la expresamos para corroborar que la «guetización» y pautas culturales cerradas no solo suceden en barrios como el Marconi, sino también en barrios de alto poder adquisitivo, obviamente con características absolutamente diferentes pero de igual manera se muestran carencias culturales. Asimismo, estas carencias y falta de insumos en el proceso de educación formal como informal hace que cada vez más las personas se relacionen más por segmentos, abriéndose cada vez más las múltiples brechas sociales que existen. Lamentablemente el Uruguay viene perdiendo su matriz de sociedad integrada y policlasista, debemos trabajar en ello, tanto en los barrios con mayores dificultades como en los de menos, porque los problemas culturales, si bien de diferente manera y gravedad, nos afectan a todos. Cómo nos podremos ver como iguales, si muchos piensan que sus vidas e integridad corren peligro por ir a determinados barrios absolutamente normales, cómo podemos pensar en sentarnos en los mismos bancos de escuela cuando por vivir en otro barrio hay una percepción absolutamente equivocada. Nos sucede en un territorio tan pequeño como Montevideo, lo mismo que nos puede suceder como uruguayos en Estados Unidos, conversando con un gringo medio. Muchos piensan que en Uruguay prácticamente vivimos en la edad media y que estos territorios son algo así como las selvas africanas. Quizás lo mismo nos suceda a nosotros cuando nos hablan de territorios africanos. Ahora, es inaceptable que nos esté pasando entre montevideanos, que hablamos el mismo idioma, vemos los mismos canales de TV, somos de los mismos cuadros de fútbol y convivimos en un territorio tan pequeño. Como bien dijo pero poco hizo nuestro presidente: educación, educación, educación y educación. |
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