Visitamos el crucero Splendour

Jorge Macera Perrone

 

El crucero Splendour tiene 197 metros de eslora, transporta 2000 pasajeros y 1400 tripulantes.

Al recorrer el crucero, apreciamos la tranquilidad que reina en él, ya que el 90% de los pasajeros bajaron a tierra a fin de conocer las bellezas de nuestro Montevideo. El crucero tiene actividad en distintas áreas, por lo que todo el mundo anda rotando y no hay acumulación de gente.

Comenzamos el recorrido por el restaurante, donde uno puede disfrutar perfectamente toda la belleza que ofrece la naturaleza, ya que el mismo permite observar todo a su alrededor. Se llega a él luego de viajar por uno de los cuatro ascensores que vienen del lobby principal, directamente hasta el Bikini Lown, este lugar en especial uno lo puede usar durante todo el día para leer, o estar con una tranquilidad absoluta. En el restaurante formal para la noche, se espera orden por plato, se fijan dos turnos, el primero para las 19 horas y el segundo comienza a las 20:30 h o 21 h, las diferencias horarias se deben a los pasajeros de distintas nacionalidades acostumbrados a cenar más temprano o más tarde. Las comidas son muy variadas, e incluso se puede solicitar comida para celíacos, diabéticos o personas que se encuentran realizando algún tratamiento especial. Los platos varían todos los días y consisten en entrada, plato principal frío o caliente, postres y jugos, café, té, agua mineral, y no tienen costo; las bebidas en lata, alcohólicas o embotelladas sí tienen costo, y es muy elevado de acuerdo a lo que conocemos, por ejemplo, una botella de vino chileno bueno cuesta unos 25 dólares.

La luz natural que ingresa a través de los cristales ilumina un amplio salón donde una hermosa araña refleja esa luz natural en distintos colores. Se destaca el brillo de los bronces de barandas y pasamanos, todo en armonía con las alfombras de hermosos colores, destacándose como en todo el crucero la limpieza y el orden. Y esto se logra por el equipo que en forma permanente en cada piso, recorre este manteniendo el brillo de los bronces y la limpieza. No podemos dejar de lado la pulcritud de los baños, totalmente iluminados y automatizados, destacándose el delicado estilo y color de sus artefactos y paredes, donde aquí también como en todo el crucero brillan los bronces.

En el área de piscinas y jacuzzis se destacan las poltronas para total comodidad del pasajero, la piscina climatizada, bajo techo y al aire libre y con un bar que nos permite ingerir los líquidos necesarios en todo momento. También, dos columnas de ascensores que nos permiten observar el barco de arriba a abajo en todo su esplendor.

Y llegamos a las canchas de golf, todo moqueteado. Una cancha de color verde botella que serían los canteros, mientras que la cancha en sí es de un verde más tenue, casi color verde malva.

No tiene desperdicio, para aquellos a quienes les gustan los deportes de enduro, la pared para escalar —con una altura total desde el piso 2 del barco de 65 m—, que está ubicada en el piso 12, sobre la popa del crucero. Ninguna de estas actividades tiene costo.
El crucero tiene actividades para niños de tres a nueve años, separados cada tres años, lo que les permite a los padres disfrutar a pleno el viaje con la seguridad de que sus hijos están siendo atendidos por personal altamente especializado.

En uno de los salones comedores, desayunamos —desayuno bufé, con jugos para todos los gustos, deliciosas tortas, mermeladas, compotas, productos Conaprole. El sistema jubilatorio del personal del crucero está basado en contratos laborales cada seis meses. Bajando a tierra hay gente que lo renueva o se retira, gente que renueva el contrato con la empresa naviera y cambia de barco. Es un mundo totalmente distinto, un mundo virtual donde conviven unas cuarenta y cinco nacionalidades distintas, hay gente de países que ni siquiera se han visitado. El personal de a bordo es como un embajador de la compañía, debe rendir al máximo, dado que en pocos días tocamos varios puertos, no tenemos que hacernos problema por nada, abrimos la valija cuando ascendemos al crucero y la cerramos cuando vamos a bajar. El personal del crucero está entrenado de tal manera como para que nuestros sueños se hagan realidad.

Hay ciertas normas que es obligatorio cumplir, por ejemplo: en ningún salón comedor —con la sola excepción de los bares que se encuentran al borde de las piscinas— se puede ingresar de short, descalzo, o con el torso desnudo, como tampoco en romanitas, se debe vestir de manera formal, pantalón, camisa, zapato.

El crucero posee una moderna sala de aparatos que se pueden utilizar durante todo el día, a su vez cuenta con una sala de terapia donde se dan masajes de piedras calientes, masajes faciales, todo de última generación, contando con el salón para damas y otro para caballeros, aunque usted puede peinarse en su cabina, ya que cuenta con secador de pelo.

A la salida de los ascensores, en cada piso, encontramos una maqueta del barco, la que nos muestra el piso donde estamos y cuáles son las distintas ubicaciones de ese piso, los espacios a recorrer, los números de las cabinas, que generalmente hacia la proa aumentan y hacia la popa bajan.

Por debajo del piso 2, donde ingresamos al crucero, se encuentran las cabinas de la tripulación, la que tiene también todos los entretenimientos al igual que los pasajeros, lo que lleva a descargar el estrés acumulado con tanto trajín diario. El personal que se encarga de la tarea de mantenimiento del crucero es en general filipino.

El promedio de marcha del crucero es de 18 a 20 nudos, los más nuevos andan en los 22 nudos (aproximadamente entre 65 y 70 km/h). Para tener una idea, un viaje de Montevideo al puerto de Santos demora aproximadamente dos días. Estos cruceros una vez finalizada la temporada acá en el Sur se dirigen al Mediterráneo.

Cuando el pasajero asciende al barco se le entrega una tarjeta de crédito y con ella puede adquirir todo lo que desea e incluso se puede hacer uso de ella en el casino, cambiando por efectivo y luego al finalizar el viaje se abona. La tarjeta cuenta con el respaldo de una tarjeta de crédito internacional, la que a su vez le sirve para abrir su cabina. Si usted desea saber el estado de su cuenta, lo puede hacer directamente desde el televisor de su cabina, que cuenta con un sistema especial para realizar dichas consultas.

Un rincón del barco para disfrutar es donde está el piano-bar, donde tenemos en las vitrinas los más variados objetos antiguos, en un ambiente acogedor por su entorno, su luminosidad, todo sobre una moquette de los más variados colores y figuras que encierran un entorno muy especial para degustar un trago junto a un amigo, mientras escuchamos muy buena música al piano.

La mejor inversión es realizar una excursión, aquí tiene la oportunidad de vivir un sueño durante quince días, vaya hoy mismo a su agencia de viajes y realice la reserva para la próxima temporada.

No se arrepentirá.

Nuestro más profundo agradecimiento a la compañía Royal Caribbean International, a la oficialidad del crucero y muy especialmente al representante responsable del departamento de venta de pasajes, Sr. Aníbal Rivero.

 
 
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