Con la otra mitad del país en contra |
Leyla Martin |
Se puede ganar con la mitad de un país, pero no se puede gobernar con la otra mitad en contra. |
La ineficiencia gubernamental y su incidencia en la cotidianidad de los venezolanos va inclinando cada día más la balanza a favor del sector oposicionista de la población, desde hace mucho tiempo fraccionada y con una marcada mayor equivalencia a partir de las últimas elecciones presidenciales realizadas en abril de 2013 (sufragaron cerca de 19 millones) con el resultado de tan solo 1.59 % de diferencia para el oficialismo (50.66 % - 49.07 %). El carismático y astuto personaje que encarnara el desaparecido expresidente Hugo Chávez nada dejó como herencia a su sucesor, designado por él mismo, para sus partidarios, ante el inminente desenlace fatal de su deteriorado estado de salud y las circunstancias que, por sus cometidos desaciertos, se agudizarían a corto plazo. La inaplicación adecuada de medidas que paliaran la situación que confrontan los habitantes del país ha devenido en una crisis económica mayúscula. Por otra parte, durante su aún breve mandato, Nicolás Maduro ha propinado tres devaluaciones, siendo la más cercana en marzo con la depreciación de la moneda más atroz que haya enfrentado en su historia. El desabastecimiento es dramático, no solo en los mercados del sector privado sino también en aquellos establecidos por el Gobierno o expropiados y que ahora exhiben idéntica o mayor insuficiencia de los artículos de primera necesidad en la cesta básica del venezolano. La compra semanal o quincenal ya no es tal, pues se ha convertido en una «cacería» de los productos casi diaria en la que se pierden valiosas horas productivas, amén de las colas que deben realizarse cuando llegan los que frecuentemente están ausentes de los anaqueles. La falta oportuna de adjudicación de dólares que controla y otorga el Gobierno repercute no solo en los alimentos y otros bienes de magna importancia como los de higiene personal y del hogar, etc., sino también en calzado, ropa, electrodomésticos, repuestos de todo tipo y principalmente del parque automotor que ha obligado a muchos a paralizar sus vehículos por no disponer de una batería, por citar un ejemplo. Si antes las diferencias eran mayormente ideológicas, ahora se agudizan por las penurias que perjudican a todos por igual, el desempleo para los nuevos profesionales (y antiguos), la desesperada situación en el sector salud que atañe no solo a hospitales públicos sino que ya ha alcanzado a las clínicas privadas, entre otros muchos problemas a los cuales también se suma la inseguridad angustiosa que se vive en el país y que se ha desbordado en los recientes tiempos. Ante esta última, los estudiantes, quienes han sido víctimas sometidas a diario incluso en sus casas de estudio, hasta con resultados letales, iniciaron una serie de manifestaciones en principio pacíficas en calles y avenidas, que contaron con el apoyo de algunos líderes opositores como Leopoldo López (coordinador del partido Voluntad Popular) a quien se ha encarcelado con la imputación de los cargos de instigación pública, daños a la propiedad, determinador en el delito de incendio intencional (autor intelectual) y asociación para delinquir, con una pena que le valdría trece años, nueve meses y siete días de prisión. También han tenido el respaldo de la diputada María Corina Machado, quien ahora, en su intento por demostrar al mundo la violencia y violación a los derechos humanos en que han desencadenado las protestas, condenadas con una represión desproporcional y brutal, ha sido despojada por el presidente de la Asamblea Nacional de su cargo, lo cual ha sido ratificado por el Tribunal Supremo de Justicia como sanción por supuestamente «representar ante la Organización de Estados Americanos (OEA) a Panamá», que cedió su silla para que la parlamentaria en sesión del organismo se expresara. |
Esta actitud atropelladora del Gobierno está a todas luces basada más en la no aceptación de la disidencia que en verdaderas transgresiones de las leyes. |
Esta actitud atropelladora, a todas luces basada más en la no aceptación de la disidencia que en verdaderas transgresiones de lo previsto tanto en la OEA como en las leyes de Venezuela, ha impulsado a Machado a visitar otros países con el mismo objetivo que lo hiciera en principio y con efectos de un apoyo que asombra. A dos largos meses, el mundo entero entonces va teniendo conocimiento de cómo marchan las cosas en la nación, reforzado ello con la cantidad de testimonios (declaraciones, acusaciones y fotografías, vídeos, grabaciones —que recorren las redes sociales—, etc.) a pesar de que los medios de comunicación se autocensuran, y por denuncias ante y de entidades dedicadas a la defensa de los Derechos Humanos a nivel nacional e internacional, así como la repercusión fuera de las fronteras con la intervención de diferentes organismos y la puesta a la orden de algunos gobiernos para mediar en tan grave escenario. El español, incluso, ha suspendido el envío de equipos antimotines dada la barbarie desencadenada. El de Estados Unidos por su parte, estudia la imposición de sanciones a Venezuela, a los funcionarios que tienen cuentas en ese país, así como la suspensión de visas, que Maduro en una posición de víctima ha tratado de frenar, mediante unas declaraciones en The New York Times. Diversas instituciones como la ONU, la UE, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, Amnistía Internacional, la Conferencia Episcopal Venezolana, han levantado informes y emitido pronunciamientos. Por más que el Gobierno venezolano, quien tiene no solo el poder comunicacional, sino económico y a su favor a todos los entes del Estado, persevere en su intento de ofrecer una visión particular de los acontecimientos, son millones de venezolanos los que alzan su voz para reclamar y hacer sentir sus quejas día a día en las calles, urbanizaciones de la clase alta, de la clase media y poco a poco en las zonas populares y barriadas. El llamado al diálogo al que muchos quisieron atender, choca con la ausencia de voluntad política para la rectificación; pareciera un sarcasmo cuando Nicolás Maduro y algunos otros funcionarios dicen estar prestos a escuchar las críticas y reclamos de la población a través de sus diferentes representantes, en tanto que arrojan insultos y condenan a quienes les adversan, exaltando la imposición de un régimen al cual los venezolanos se negaron en un referéndum cuando aún vivía el creador del sistema que hoy a duras penas impera. Irreconciliables más que nunca parecen los polos, pese incluso a fracturas del lado opositor por diferencias de opinión, principalmente en cuanto a la forma en la cual deben llevarse a cabo las manifestaciones. La ingobernabilidad se evidencia, el oficialismo va mermándose por padecer las mismas precariedades que esta administración no ha sido capaz de solventar y porque se va irguiendo el espíritu de lucha de un pueblo noble pero cansado ante la sordera y ceguera estatal aunado a la imposibilidad de que la oposición en pleno acceda a «sentarse» en condiciones de igualdad con la actual «gerencia», mientras sus líderes permanecen encarcelados y acosados judicialmente y la ferocidad policial junto a las iniquidades y la censura informativa restringen las libertades. || |
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