Día Internacional de la Mujer |
Daniel Volpi Avedutto |
Desde la huelga de Lisístrata para finalizar la guerra en la Grecia clásica, las mujeres tienen un largo historial de batallas para lograr sus objetivos. |
La realidad nos dice que desde 1975 se incorporó al calendario de festejos el día en que se las recuerda en forma especial. Según Julia Pou, desde la huelga peculiar que Lisístrata llevara adelante para finalizar la guerra en la Grecia clásica, pasando por las sufraguistas de la Revolución francesa hasta las mujeres que en Nueva York en 1911 optaron por medidas de fuerza, las mujeres cuentan con un largo historial de batallas para lograr sus objetivos. Ha pasado mucho tiempo desde los diversos episodios que generaron la idea de un cierto reconocimiento, sin embargo muchas de las situaciones que dieron origen a que la sociedad intentara —con la dedicación del día 8 de marzo— reparar algunas asimetrías e injusticias, discriminaciones, de que son objeto, siguen hoy marcando, sellando la mayoría de las comunidades aunque en grados diferentes. Las guerras contra las que la protagonista helénica emprendía su huelga siguen hoy tiñendo de negro una parte demasiado grande del planisferio. Y si bien generalmente son hombres a quienes vemos en el frente de lucha, los medios nos muestran siempre en el día después de cada instancia bélica a mujeres y niños con el rostro que refleja sus desgracias. El mismo panorama se nos presenta en cuanto a las reivindicaciones de las mujeres por la igualdad de oportunidades, y sigue siendo en el siglo XXI un sueño a alcanzar el obtener la misma remuneración que los hombres al realizar la misma tarea. Afortunadamente no tenemos ningún frente de guerra en el seno de nuestra sociedad pero sí estamos inmersos en un mundo de violencia terrible y en la mayoría de los casos las víctimas de la violencia doméstica son mujeres o niñas. ¿Y qué hacen todas las mujeres frente a estas situaciones? Muchas sufren en silencio, otras se manifiestan más públicamente, quizá alguna lo niegue por desconocimiento. Otro caso es la madre sola que está criando a los hijos, que la mayor parte de las veces tiene que salir a trabajar para mantenerlos. La diferencia se está haciendo en cómo se están criando los futuros uruguayos. La mujer de hoy no es la misma de principios del siglo pasado, aquella era la mujer sumisa. Hoy la mujer tiene que salir para lograr el aporte económico, ella es jefe de hogar y por lo tanto el único sostén del mismo. Se independiza y opta, algunas veces, por educar sola a sus hijos. Otro problema es el de las crisis económicas, así como el del traslado de la gente del campo a la ciudad, o el embarazo adolescente. El patriarcado está cediendo paso a otras formas de organización familiar, eso se debe a que la mujer tiene más acceso a la educación y por la necesidad económica. Hoy el hombre y la mujer pueden plantearse qué es lo que desean hacer y avanzar dentro de sus posibilidades. Se asumen roles: la mujer avanza en el mercado laboral, en el sistema educativo, empieza a asumir incluso profesiones que eran impensables. Hoy tenemos mujeres en las Fuerzas Armadas, en la Policía, en todos los órdenes y eso hace que el patriarcado ya haya dejado de existir. Para terminar, como reflexión, en ellas nos podemos mirar para que nos inunde algo de su talento, su voluntad, su sensibilidad, su fortaleza. Quiero recordar también a las mujeres contemporáneas que, con su destreza «estereofónica», trabajan en sus empleos y en sus profesiones sin descuidar el fruto de sus amores, sus hijos, su hogar. Pero también quiero traer a la memoria a la multitud de mujeres comunes que día a día se ocupan de su familia —donde hay una madre hay una familia— ya sea en las ciudades o en el campo, sin más retribución que el saber que son el pilar sobre el cual se edifica el hogar y para todas estas mujeres el recuerdo deberá ser todos los días. || |
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