Nelson Mandela. Bandera de paz y democracia |
Leyla Martin |
El 2013 se ha llevado consigo muchas cosas, entre ellas la figura física de Madiba, el jueves 5 de diciembre. Pero su vida no fue en vano. |
Este hombre «de color» nacido el 18 de julio de 1918 en Mvezo, logró la presidencia de su país desde 1994 hasta 1999, encarnada por vez primera en la historia de Sudáfrica por un representante de su raza y, lo más relevante, trascendió regional e internacionalmente como símbolo pacificador. Transformó su país, instaurando una política de reconciliación nacional y derrotando al racismo —cuando un 12 % explotaba y excluía perversamente al 88% restante— en una transición del apartheid a la libertad. Asumiendo una tarea cuesta arriba durante y posteriormente a su condena, con una paciencia que seguramente debió ser infinita y una capacidad extraordinaria para tratar con sus adversarios, logró un consenso mediante el diálogo sincero y honesto hasta llegar a convencer a todos, de un lado y del otro, sobre la efectividad de una negociación que condujera a la emancipación definitiva. Su imagen admirable, de personalidad carismática, gran seguridad en sí mismo y principios inexorables, inteligencia, una gran serenidad y poder magnético, aunados a un enfoque estratégico y absoluto pragmatismo, que con naturalidad y humildad, pero con gran porte —que además de la bondad que irradiaba lo hacía sentir próximo y digno de respeto al mismo tiempo— deja escritas muchas páginas de la historia local y universal. La lucha que libró por la igualdad racial y derechos de los negros ante la brutalidad irracional con que se les segregaba y reprimía le costó veintisiete años de sobrevivencia en presidio. Pese a las presiones nacionales e internacionales para su liberación, desde el 5 de agosto de 1962, cuando fue detenido y juzgado junto a otros en el llamado Proceso de Rivonia, fue el preso número 466, trasladado en 1964 a Robben Island, donde fue confinado en circunstancias paupérrimas en una minúscula celda a dormir sobre un petate, y posteriormente (desde marzo de 1982) cumplió condena en otras dos cárceles (prisión de Pollsmoor) y desde 1988 en Víctor Verster, hasta el 11/2/1990, al ser liberado de su sentencia a perpetuidad por sabotaje, incitación de los trabajadores a la huelga y haber salido del país sin permiso, a raíz de lo cual una afección pulmonar le aquejó por el resto de su existencia hasta provocar su muerte a la avanzada edad de noventa y cinco años. En febrero de 1985, el presidente Botha le ofreció libertad condicional si renunciaba a la lucha armada, que Mandela rechazó, respondiendo: «¿Qué libertad se me ofrece, mientras sigue prohibida la organización de la gente? Solo los hombres libres pueden negociar. Un preso no puede entrar en los contratos». Durante su sometimiento, el Servicio Secreto Sudafricano planificó una aparente fuga (1969) con la finalidad de asesinarlo, pero el plan fue abortado por el Servicio de Inteligencia Británico. El largo y penoso encarcelamiento, signado por mucha severidad y precariedades, especialmente en el primer centro de reclusión (nueve años) con derecho a una visita semestral de treinta minutos, violación de la privacidad de su correspondencia, en la cual no podían mencionarse la política ni la actualidad, y en el que debió realizar labores forzadas en una cantera de cal, con certeza debió concederle el triste pero suficiente tiempo para permitirle profundos análisis, seguramente autocriticando ideologías y convicciones que conformaron su madurez y estoicismo para desarticular la concepción de la lucha contra la dominación y el racismo mediante la violencia, por desacertada e infructífera, y guiar en adelante sus decisiones políticas, valiéndole para aumentar su notoriedad considerándosele el líder negro más importante de la nación. Nelson Rolihlahla Mandela, graduado de abogado en 1943 cuando obtuvo su licenciatura luego de haber cursado sus estudios por correspondencia mediante el programa externo de la Universidad de Londres, y político, a quien le fuera concedido el Premio Nobel de la Paz (1993), en unión de quien era entonces primer mandatario de Sudáfrica (Frederik Willem de Klerk) continuó su lucha luego de su liberación, en representación de su partido, para las negociaciones que conquistaron la democracia multirracial de su país en 1994, al ser celebradas las primeras elecciones democráticas con el voto de toda la población sin distingo alguno, en las que resultó triunfador. Desde muy joven había sido revolucionario y con la creación del Partido Nacional Sudafricano (1948) y la política de segregación racial (apartheid) destacó como luchador social en el Congreso Nacional Africano. Posteriormente, bajo las premisas de «no violencia y resistencia» inspiradas por el gran Mahatma Gandhi, fue arrestado junto a otros ciento cincuenta compañeros desde el 5/12/1956 hasta 1961, cuando los declararon no culpables. No obstante, no fueron solo luchas pacíficas las protagonizadas por Mandela. Cuando su liderazgo dejó de ser tan fuerte, también fue un rebelde que estuvo implicado en acciones de resistencia armada por lo que fue calificado como terrorista por las autoridades del régimen sudafricano y por la Organización de Naciones Unidas, teniendo que huir de Sudáfrica. Sin mostrar jamás un ápice de rencor o algún deseo de venganza, ni soberbia ni prepotencia alguna, llegó hasta a invitar al fiscal que años antes había solicitado para él la pena de muerte a su toma de posesión como presidente electo del Gobierno. Nelson Mandela, hoy ejemplo universal, mereció diversas distinciones, entre las cuales pueden citarse unos cincuenta doctorados honoris causa de muchas universidades del mundo, destacando: Universidad Europea de Madrid, Universidad Complutense de Madrid, Universidad de Las Palmas de Gran Canaria en Islas Canarias, Universidad de Carabobo en Venezuela, Universidad de las Américas en Ecuador, Universidad Andrés Bello de Chile, Walden University de Estados Unidos, Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas y Universidad de Bilgi en Estambul. Fue merecedor del Premio Internacional Simón Bolívar (1983), el Bharat Ratna (premio civil de mayor prestigio en la India) (1990), Premio Príncipe de Asturias de Cooperación Internacional (1992), Orden al Mérito del Reino Unido (1995), Premio Nacional de la Paz (1995), Medalla Presidencial de la Libertad (2002), Embajador de la Conciencia (premio otorgado por Amnistía Internacional en 2006), Orden del Águila Azteca (2010). Cuando culminó su período presidencial (1999) se separó de la actividad política y en 2004 desapareció de la vida pública. Su vida es modelo de grandeza y sencillez al mismo tiempo. Su lucha trasciende las fronteras de su tierra, materializando los ideales de los pueblos oprimidos de la Tierra, sembrando la esperanza en la certeza de que un mundo mejor es posible. || |
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