¿Secuelas? |
Liber Trindade |
Vecinos cercanos al km 62 de la Ruta 8 reclaman un estudio de suelos para detectar posibles contaminantes en el entorno de varias canteras de granito abandonadas hace quince años. |
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El 6 de enero de 2014, ese tan ansiado día de Reyes, un día muy especial para los niños, lo compartimos con muchos de ellos en un lugar apartado, tan cerca de Montevideo pero tan lejos. Llegamos allí por ruta 8. Yendo hacia la ciudad de Minas, luego de pasar el empalme para el pueblo de Soca, sobre el kilómetro 62, ingresamos a nuestra derecha y tomamos un camino de balastro hasta llegar a un caserío, que está en el predio donde hay una cantera de la que se extraía granito. El lugar luce una estructura de hierro abandonada y grandes bloques de granito que quedaron allí depositados. La superficie de la roca aún mantiene incrustados muchos barrenos, la cantera se llenó de agua con el paso del tiempo y en el fondo quedó la maquinaria. En pocos metros hay cinco canteras de donde también se extraía granito. Todas dejaron de funcionar hace unos quince años y quedaron allí abandonadas también, sin ninguna advertencia o elemento que la delimite. La necesidad de las familias que luego del cierre quedaron afincadas en su entorno hizo que comenzaran a consumir agua de estos lagos que se formaron, ya que hasta hace pocos meses no contaban con agua potable, esta recién se llevó a la zona con la instalación de un gran tanque. Estos vecinos se movilizaron hace poco tiempo también al enterarse de que se iba a cerrar la policlínica de plombemia del hospital Pereira Rossell, donde atiende la doctora Queirolo, quien había trabajado muy seriamente en el problema de ellos, que se había preocupado por sus análisis, incluso cuando los resultados de los estudios se perdieron y debieron hacérselos nuevamente a los niños. Esa tarde era agobiante, el sol pegaba fuerte a última hora. Habían reunido a decenas de niños para hacerles su fiesta, música, globos, pizzas y refrescos. Disimulaban por un rato la angustia que les toca vivir. Para los niños es difícil ir a estudiar. Deben caminar dos kilómetros y medio hasta la ruta para tomar el ómnibus y recorrer varios kilómetros más, pero están teniendo el problema de que no hay quien se haga responsable de cruzarlos al regreso para que puedan tomar el ómnibus a pesar de que son más de doce niños. Sus padres trabajan en ladrilleras de la zona, reciben un sueldo mínimo y viven como decía en esas casas que quedaron de la mina. Cuentan que con las grandes tormentas se congregan todos en una que tiene techo de material, que es la más segura, porque a los otras, las precarias, varias veces se les ha volado el techo. Conversamos largo y tendido con el vicealcalde de Soca, Miguel Ángel Fernández, que pertenece al sector de Vamos Uruguay, al igual que el alcalde. (Hay dos concejales municipales del Partido Nacional y uno del Frente Amplio). Lamentablemente de sus palabras se desprenden los problemas políticos que existen en este caso en su mismo sector, lo que nos hace reflexionar para qué estar en política si no es para solucionar los problemas de la gente. Realmente partimos del lugar con sentimientos encontrados, la alegría de ver tanto esfuerzo, con tanta cordialidad en especial de quien nos recibió, la Sra. Patricia Maldonado, pero la tristeza de ver cómo en el siglo XXI, en nuestro tan promocionado Uruguay Natural, nos encontramos con este panorama, con tantos niños y mayores con posibles secuelas de una actividad que hace tantos años no se desarrolla en el lugar. En un mes que se quería votar a toda costa todo lo relacionado con Aratirí para que comience su explotación, cabe preguntarse qué tan gris será nuestro destino, si no hemos podido controlar una explotación miles de veces inferior, donde solo se realizaba extracción de grandes bloques de granito, a diferencia de lo nocivo que será el tipo de explotación que se llevará adelante, dañando nuestros suelos, cambiando la fisonomía de esos lugares. Todo hace ver que simplemente seguiremos comprando espejitos de colores como hace más de quinientos años. Todavía estamos a tiempo de evitar ese desastre ambiental en el que nos quieren vender maravillas, más experimentos, que no nos permitirán volver sobre nuestros pasos. Creo que con el caso de Pluna, con el incentivo para el retiro de los funcionarios de AFE y ahora con la desesperada necesidad de retenerlos se ha demostrado que la improvisación no ha sido el fuerte de este Gobierno. Queremos seguir viviendo en nuestro Uruguay Natural y defendiendo la vida de nuestra gente. || |
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