La realidad del Sodre
Laura Sobrera
 

Orquesta y coro funcionando con la mitad del cupo, llamados a concurso que no se realizan, contratos que no se firman, deudas de larga data...

Soy integrante del Sodre [Servicio Oficial de Difusión, Radiotelevisión y Espectáculos], desde las filas del coro. No sé si saben la realidad que estamos viviendo. El hecho es que tanto orquesta como coro estamos funcionando prácticamente con la mitad de nuestro cupo, que no es caprichoso y tiene su razón de ser, dado que somos artistas dedicados a la música sinfónica y se necesita un número determinado de nosotros para realizar las difíciles partituras de los distintos músicos de las diferentes épocas. La orquesta cuenta, desde su fundación, con una plantilla que debería ser de 96 músicos, y el coro, con una que debería alcanzar los 85 integrantes.

En la actualidad, los músicos estables de la orquesta ascienden a más o menos 46 y en el coro, rondaremos los 40. En la Ossodre [Orquesta Sinfónica del Sodre], hay más de 50 músicos que son contratados y ese número en el coro llega prácticamente al 50 % de su plantilla original.

Desde el año 2006 no se hacen concursos para llenar esas vacantes, y la modalidad que se usa es la de supuestos contratos. Digo supuestos, porque no solo no se firman, sino que además, en realidad, esos artistas trabajan en negro para el Estado, aunque ahora se los contrata a través de la cooperativa de Audem, resultando ser funcionarios privados. Este no sería el problema, el tema más grave es que en realidad no se llama a concurso, porque no es la voluntad política, porque el dinero de ese presupuesto llega mensualmente al instituto, porque está dentro de los gastos salariales que figuran como carga presupuestal del Sodre. Esto significa que el decir que no hay dinero para eso no es cierto, lo que sucede es que quieren reducir los gastos de la cultura, porque como la misma presidenta de Sodre ha dicho, la cultura cuesta dinero, pero no lo genera. Lo que han hecho estos dos gobiernos de una pseudoizquierda progresista es no llenar las vacantes, y «contratar» a los artistas que faltan, pero que por esas razones que nadie entiende no cobran en fecha y según el rubro en el que los ponen, no aportan, la mayoría de las veces, y por si fuera poco, trabajan de palabra, porque los contratos nunca se firman, es más, ni siquiera se planean, a pesar de las necesidades respectivas de ambos cuerpos artísticos.

En cuanto al coro propiamente dicho, desde el año 2012 el Sodre reconoce una deuda de casi $ 2000 al mes, por malas liquidaciones que se vienen llevando a cabo desde el año 1992. Sí, aunque no puedan creerlo, hace veintidós años que estamos esperando la regularización, pero el señor Fernando Estévez, asesor de turno de la Dirección General del Ministerio de Educación y Cultura, no ha podido resolver ese expediente que lleva ya más de dos años en su despacho, exactamente desde el 27 de febrero de 2012.

Ante esta y otras situaciones laborales es que necesito «gritar» que por favor, los artistas somos trabajadores que también tenemos gastos que pagar. No me gusta hablar de mis problemas, pero con un salario de $ 20.000 nominales, tengo que mantener un hogar, porque mis hijos, también músicos, no tienen posibilidades de entrar en las orquestas, porque no se llama a concurso, y en este momento, solo piensan que la única solución es emigrar.

Es importante que se haga una salvedad, hay una decena de músicos ganadores de concurso desde el año 2006, y aún no ha sido reconocido ese concurso con el otorgamiento del puesto por el que realizaron dicha prueba, y es bueno decir que cada concurso es con jurados internacionales, lo cual exige un nivel de excelencia que el propio Estado no aplica en la ejecución de sus tareas.

En lo personal, tengo la espada de Damocles sobre mi cabeza, esperando que me llegue el cedulón del desalojo, porque no puedo hacer frente al nuevo precio del alquiler. Tengo veinticinco años en el Sodre, y me duele, me duele en todo sentido, en lo laboral, en lo familiar, en lo artístico, en lo cultural.

Lo siento, solo me gustaría que alguien se pusiera la mano en el corazón y me dijera que no le duele ver que el Sodre ha caído en manos de mercenarios que no quieren a la cultura. Solo quieren que sus bolsillos se llenen de sueldos que no merecen, dejando a los artistas, verdaderos pilares de la cultura, sin el único lugar que albergaba a todos los artistas sinfónicos del Uruguay.

Me duele la indiferencia de los políticos, se los digo a ustedes. Me gustaría en verdad escribirles para decirles que las cosas son diferentes, pero no me es posible.

Estar en el primer y único coro estable del país lleva mucho tiempo, mucho sacrificio, mucho dinero. Para estar a la altura de las circunstancias, y repito, hablo a nivel estrictamente personal, me formé aquí, en la Escuela Universitaria de Música, y en la Escuela de Ópera en Buenos Aires, con la maestra María Rosa Farré, y en París, con la maestra Martine Surais. He tenido la ocasión de cantar como solista en varias oportunidades, tanto en el Sodre como en Argentina, dirigida por grandes maestros a los que respeto y admiro y en otros países de Europa, cuando hice una gira con el coro Upsala, hace ya mucho tiempo.

Mi vida es la música, no pido nada que no merezca, lo doy todo, en cada momento de la vida, solo quiero vivir y esperar que mis hijos no tengan que irse, porque aquí no se contempla a los artistas nacionales. Sí, somos artistas nacionales, y nos dedicamos a la música académica, pero también tenemos que vivir, respiramos y comemos como todos los demás mortales, pero resulta que no hay ningún plan social que nos contemple, y eso duele profundamente. Sería realmente maravilloso que las autoridades no nos vieran como un «gasto», somos una inversión en ese futuro con el que soñamos, y lo somos hoy, no a largo plazo. Ahora estamos dando la vida en cada nota, necesitamos una solución, yo la necesito, y no busco regalos, solo que me traten y consideren con el mismo respeto que quiero tener por quienes hoy les ha tocado la suerte de tener el poder de cambiar las cosas. Siempre dicen que más tarde, solo que a veces no tenemos tanto tiempo, porque los plazos legales nos dicen otra cosa, y para eso, las soluciones tienen que venir con premura.

P. D. Hablo por mí, y no en representación de nadie, solo como ciudadana y artista, preocupada por una realidad que nunca debió llegar a este punto. ||

 
 
 
 
 
 
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