Seamos mucho menos egoístas
Martín Bueno
 

Cómo mejoramos la sociedad si por naturaleza somos seres egoístas, cómo podemos ser mejores si individualmente prima el egoísmo sobre la solidaridad.

En la sesión ordinaria del jueves 30 de agosto en la Junta Departamental de Montevideo (JDM) la edila Laura Prieto del Movimiento de Participación Popular (MPP) realizó una exposición relacionada con la convivencia ciudadana. Su exposición culminó con la proyección de un audiovisual relacionado con las crudas realidades y profundas injusticias que existen en nuestro país y en el mundo entero.

Una vez proyectado dicho audiovisual, con imágenes tan reales como chocantes, con el audio de Cita con ángeles, de Silvio Rodríguez, en la JDM se vivió un profundo silencio. Silencio producido por el golpe directo a la sensibilidad. Nos damos cuenta de lo privilegiados que somos muchos de nosotros, al mismo tiempo que verificamos cuánta injusticia y cuántos compatriotas se encuentran a un lado del camino viendo cómo nosotros, la sociedad en general, sigue su camino.

Luego de dicho momento y ya pasados unos días podemos realizar alguna reflexión política al respecto. Reflexión política, porque en definitiva nosotros creemos firmemente que en este sistema democrático y republicano la política es un camino fundamental para ser un poco mejores.

El ser humano (salvo las grandes excepciones que existen) es una especie esencialmente egoísta, probablemente debido a su propia naturaleza de buscar sobrevivir, pero queda de manifiesto que las grandes masas humanas primero velan por sí mismos y sus seres cercanos, luego por los corporativismos que puedan integrar y finalmente si sobra algo por el resto. Este sentimiento humano tan natural como defectuoso, al menos desde una mirada moderna, claramente se vuelve más complejo y se agudiza mucho más al insertarse en sociedades donde el consumo, el éxito y los bienes materiales son valores primordiales.
Cómo mejoramos la sociedad si por naturaleza somos seres egoístas, cómo podemos ser mejores si individualmente prima el egoísmo sobre la solidaridad y cuando somos solidarios en general es una solidaridad muy medida y racional.

El batllismo desde su inicio se dio cuenta del problema que teníamos como sociedad, se dio cuenta de que de las personas y de los corporativismos económicos poco se puede esperar y así fue cómo de manera inteligente creamos una entelequia teórica con normas y finalidades escritas, a efectos de que la solidaridad y la justicia social se canalizara a través de una entelequia predeterminada pero sin sentimientos, o mejor dicho, completa de los mejores sentimientos puros de los que creen profundamente en la justicia social; de esta manera se creó el Estado batllista. Consecuentemente, no dependíamos de sentimientos y virtudes individuales para mejorar nuestra sociedad, teníamos un Estado con reglas y finalidades y un cuerpo profesional para aplicarlo. De esta manera supimos ser un gran país, logrando una justicia e igualdad social inigualable.

Es manifiesto y desde siempre que a los diferentes grupos «privilegiados» de un país no se les puede pedir demasiado, ya que su naturaleza nunca es solidaria, por el contrario, en general el privilegiado más privilegios quiere, y en la medida en que adquiere privilegios, más poder adquiere. Por lo cual, simplemente el Estado debe imponer (sustentado en la democracia) las reglas de juego atendiendo el bien general y la justicia social.

Por otra parte, al ser individual por naturaleza, siempre primero piensa en sí y en lo suyos y en mejorar su situación, esto es natural y correcto.

En nuestra opinión, un gran error de la izquierda es no hacer esperando que cambie la naturaleza humana, ojalá se pueda cambiar, pero nuestras prácticas deben apuntar a sustituir las carencias humanas por medio de políticas estatales en lo que sea posible. Nunca se nos hubiera ocurrido (como sí a Mujica) que un plan de emergencia habitacional se pudiera sostener con la solidaridad de los empresarios, los empresarios son empresarios y toda solidaridad en realidad es parte de un negocio para ellos; lo cual no está mal, es legítimo, pero como gobernantes es mejor tenerlo claro para saber por dónde canalizar las fuerzas. A los empresarios no se les puede pedir solidaridad, se les debe exigir el pago de sus impuestos y en base a estos el Estado es el que realiza las políticas que entienda correctas. Es inaceptable que un Gobierno pretenda realizar políticas de Estado basado en la solidaridad de los grupos privilegiados, el Estado debe tener la capacidad para actuar por sí con la máxima eficiencia sin esperar nada de nadie, más allá del debido cumplimiento de las obligaciones legales.

En definitiva, los menos beneficiados de nuestra sociedad no pueden esperar que cambie la naturaleza humana, no pueden esperar que un día a la sociedad se le ocurra ser un poco menos egoísta, es por ello que el Estado debe actuar directa y profesionalmente.
El gran fracaso que hemos tenido como sociedad es que ese Estado batllista creado para servir por un cuerpo profesional dejó de funcionar. Dejó de funcionar porque, como toda creación humana, funciona por medio de personas y a lo largo de los años los cuerpos profesionales encargados de hacer cumplir los fines del Estado batllista empezaron a obtener privilegios, por lo cual comenzaron a obtener poder, y luego más privilegios solicitaron, y así consecutivamente. Finalmente, el Estado batllista destinó más tiempo a sus propias ventajas y rencillas internas que a cumplir con eficacia sus fines.

Los corporativismos se adueñaron del Estado y, como los empresarios y los demás grupos de «élite», a los corporativismos estatales en primer, en segundo y en tercer lugar les importan ellos mismos. La naturaleza humana se infiltró hasta la médula en el Estado batllista, distorsionando completamente su funcionamiento y finalidad. Nuestro gran desafío es volver a la esencia.

Probablemente estas líneas puedan ser polémicas, son un sentir de un momento determinado que esperamos ayude a reflexionar sobre la situación de nuestra sociedad y la complejidad de encontrar una herramienta que ayude a mejorar nuestra sociedad y no deje a ciudadanos tirados al costado del camino.

Todo esto mientras intentamos ser mucho menos egoístas.

 
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