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 Verano caliente, otoño de sangre y lágrimas |
| Jorge Castro Latorre |
Estamos los ciudadanos atónitos, observando la muy creciente ola de violencia que sacude a toda la población. Según una muy prolija estadística que lleva adelante el Dr. Óscar Ventura, profesor titular DT, investigador G5 (Pedeciba, UDELAR, entre otros), un muerto por día… Sí, señores, en el Uruguay de hoy llevamos en lo que va del año un muerto por día en asesinatos. Varios de ellos policías, incluso uno asesinado dentro de la cárcel. El crimen de Óseas Pintos desató una reacción generalizada de sus compañeros en los penales, lo que dio lugar a los incidentes con los presos al perder estos sus visitas, con los graves destrozos a los penales que imponen gastos millonarios en dólares para recuperarlos. Incendios, destrucción del mobiliario, falta de reacción en tiempo y forma entre las autoridades, pérdida del concepto de mando, del ejercicio del mismo, dudas entre la Justicia y el comisionado parlamentario para cárceles Sr. Álvaro Garcé, órdenes y contramarchas entre la señora jueza y el ministro del Interior Sr. José Bonomi. El resultado, se pide una interpelación al ministro y este solicita una postergación de la misma hasta el mes de junio… Para dar explicaciones, el Sr. ministro no tiene urgencia. Pero nada de lo que sucede es por generación espontánea. Luego de la tan mentada herencia maldita a la que apela la izquierda, la primera medida que ésta toma al llegar al poder de la mano del presidente Dr. Tabaré Vázquez, luego de proclamar durante décadas tener todas las soluciones, es —durante la gestión del ministro Dr. José Díaz— la ley de «Humanización y Modernización del Sistema Carcelario», que dio lugar a la suelta de más de mil doscientos presos, de los cuales según cifras oficiales el 75 % reincidió. A ello debemos sumar la derogación del decreto 690 que habilitaba a la policía a pedir cédulas de identidad, eso llevó a una indefensión y limitación de las posibilidades de acción de la autoridad. Sumado a ello la sindicalización del cuerpo policial estimulada desde el propio Gobierno. Para las nuevas autoridades electas, seguridad es sinónimo de represión, y por motivos ideológicos se atan a sí mismos las manos, quedando expuesta a los violentos la sociedad toda. Renuncia Díaz y asume el Ministerio Daisy Tourné, quien luego de generar serias disidencias con la oposición y con una gestión errática y carente de soluciones, debe renunciar luego de una charla en la que se excedió en un lenguaje soez y vulgar para la investidura que ostentaba. Como relevo y a fin de dar las garantías al acto electoral que se avecinaba se nombra al Dr. Jorge Bruni al frente de la cartera del Interior. Ya electo el presidente José Mujica nombra a José Bonomi, viejo compañero del presidente en su lucha guerrillera de la década del 60. Incluso es cuestionado duramente su nombramiento por el senador Luis Alberto Heber, por haber asesinado por la espalda a un guardia cárcel, asumiendo Bonomi las responsabilidades políticas por los hechos ocurridos. Transcurre un año 2010 no exento de dificultades en el tema seguridad, pero el gran salto se da en los primeros días del 2011 con una serie de asesinatos violentos por rapiñas, con la actuación de un menor que cometió tres en el lapso de seis meses, pues no se le impusieron medidas mínimas de seguridad. Incluso la incompetencia de un juez dio lugar a su excarcelación al no haberse expedido luego del segundo crimen cometido. Todo esto dio lugar a fuertes protestas del senador Pedro Bordaberry, quien se embarcó en la recolección de firmas ciudadanas para bajar la edad de imputabilidad de los menores. Dicha campaña, que fuera duramente cuestionada desde filas oficialistas, logró con apoyos del sector del herrerismo y una gran ola de apoyo popular 370.000 firmas, las cuales ya fueron entregadas en el Parlamento. Esta situación no solo no mejora sino que empeoró, empeoró totalmente. El promedio mensual de homicidios trepó al doble en Montevideo, siendo estos, al decir del Dr. Ventura, la cúspide de la violencia. En 2002, año de la peor crisis económica, el país registraba unos doce asesinatos por mes, mientras que en el 2012 la cifra trepa a los veintiún asesinatos promedio. Así comenzó este verano y el pasado 2011, con un verano caliente… Un verano caliente que nos retrotrae a otros veranos calientes que nuestro país supo vivir. ¿Cuál es el denominador común entre aquellos veranos de los 70 y el presente?, es que quienes en aquellos años hicieron atentados para correr de nuestras costas al turismo, acelerando el descontento social y la desestabilización del Gobierno democrático de la época y sembrar el caos, son los mismos que hoy deben de cuidarnos, ellos son hoy el Gobierno y son quienes deben cuidarnos y protegernos. Realmente son dignos de la mayor admiración, han logrado su objetivo, el Gobierno y el caos, por ello este verano fue tan caliente como es sangriento y lleno de lágrimas el presente otoño. Esperamos y pronto lo veremos, el comienzo de las batallas verbales de cara al plebiscito y el período electoral, donde todos endurecerán sus posiciones, mientras la población estará encerrada observando cómo desfilan ante sí los cadáveres de comerciantes, policías y otras víctimas inocentes de una feroz delincuencia que no encuentra límites de parte de quienes hoy dirigen el Estado. |
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