El turismo como actividad mundial
Williams Read
 

El sector económico del turismo en general cuenta con un crecimiento anual del 9%(1) y se ha convertido durante las últimas décadas en uno de los más importantes a nivel mundial, tomando en cuenta su aporte al producto nacional bruto (PNB) de los países. Su rápido incremento está estrechamente relacionado con el avance de la tecnología y telecomunicaciones, por lo que se ha transformado en una actividad altamente globalizada.

Según la Organización Mundial del Turismo (OMT), en 1999 más de 657 millones de personas viajaron fuera de las fronteras de sus países en viajes de turismo.
Los ingresos del turismo internacional en 1999 ascendieron a 449.000 millones de dólares, cifra en la que no se incluyen los pasajes aéreos. El turismo emplea a 255 millones de trabajadores en todo el mundo, es decir, a uno de cada nueve trabajadores y genera cerca del 10,7% del PNB mundial.

Para el año 2010 la OMT estimó que se llegaría a mil millones de turistas internacionales y unos ingresos de 1.550.000 millones de dólares, cuatro veces superiores a los de 1996. El crecimiento del turismo internacional ha sido espectacular: se ha pasado de 25 millones en 1950 a 657 millones en 1999. Para algunos esta situación es provocada por el aumento del nivel de renta y del tiempo libre, unido a la reducción del precio real de las tarifas aéreas, creando las condiciones para que el turismo siga creciendo (Schulte, 2003).

Según Meixueiro (2008), el turismo es una de las actividades económicas más importantes a nivel global ya que el papel que tiene en la generación de divisas, de empleos y de inversión lo hace jugar un rol preponderante en las principales economías nacionales. Además, en los últimos años el turismo en el mundo ha crecido a tasas superiores que el crecimiento de la economía en su conjunto(2). La OMT estimó que durante las dos primeras décadas del siglo XXI el turismo seguiría creciendo, y que para el 2020 las llegadas de turismo internacional se ubicarían por encima de los 1.560 millones, arrojando una derrama económica superior a los dos billones de dólares(3).

En el ámbito de la economía, el sector turismo es considerado como un factor prioritario para el desarrollo nacional, debido a su elevada productividad y a la capacidad de generación de empleos.

Al observar las estadísticas registradas por la OMT respecto del número de turistas que visitan los diferentes destinos internacionales, se puede confirmar que las preferencias de la demanda cambian y que los turistas requieren cada vez nuevas formas más especializadas que satisfagan sus necesidades, por lo que los países buscan actualmente adaptar nuevos mercados.

La definición tradicional del turismo, realizada por la OMT, está basada en el concepto de demanda y se refiere a todas aquellas actividades que realizan las personas que viajan a algún lugar fuera de su entorno habitual por un tiempo menor de un año y con motivos de ocio, diversión, negocios u otros.

Las actividades que realiza el turista antes, durante y después del viaje se reflejan en el «gasto del turismo». Este concepto implica el consumo de bienes y servicios por las personas, lo que significa a su vez la generación de empleo, inversiones y desarrollo de nuevos productos, entre otros. El gasto en turismo se refiere al conjunto de gastos que realizan los visitantes en la preparación de su viaje, durante su viaje y estadía, e incluso a su regreso (Schulte, 2003).

La actividad turística cuenta con características únicas debido a la amplia gama de sectores productivos y de servicios que incorpora y a la vez cuenta con un sinnúmero de actividades estrechamente vinculadas a su tipo de actividad. El turismo comprende todas aquellas empresas que están relacionadas con: alojamiento, transporte, abastecimiento de alimentos y otros, recreación, tours, operadores de agencias, etcétera.

Esta diversidad es la que da la posibilidad de diversas interpretaciones en su concepción, a tal punto que Urry (1990) describe el turismo como «la industria postmoderna por excelencia dada su particular combinación de lo visual, lo estético y lo popular».

McCabe (2002) defiende que el turismo se ha convertido en una parte tan establecida de la vida, la cultura y el consumo cotidiano, que es difícil diferenciarlo de otras actividades domésticas de ocio. La experiencia turística ha pasado a ser algo grandilocuente y enriquecedor en nuestras actividades cotidianas: «El turismo representa un microcosmo de la vida diaria, una lupa por la que todo lo misceláneo de la vida cotidiana se destila en una o dos semanas fragmentadas» (McCabe, 2002). No obstante, Urry (2002) sugiere que los turistas están esencialmente buscando algo diferente cuando viajan. Craik (1997) explota la relación entre el hogar y el extranjero con mas profundidad, sugiriendo que: «Los turistas se deleitan con lo curioso de los destinos, de la gente y de sus actividades porque ofrecen la ilusión o la fantasía de lo extraño, de lo diferente y lo contrapuesto a lo cotidiano. A su vez las ventajas, la comodidad y los beneficios del hogar se refuerzan al ser contrastados con lo diferente».

Smith (2003) considera que «el consumo simultáneo de diversas actividades culturales (por ejemplo, de clases altas y clases bajas, tradicionales y contemporáneas, de masas y de elites) es cada vez más común, en particular en las nuevas generaciones». Utiliza un ejemplo muy clarificador: «No es inusual encontrar a Shakespeare y Oscar Wilde en las estanterías junto con las novelas de Nick Hornby o Helen Field […], [en términos musicales] Mozart y Beethoven a un lado, y Madonna, George Michael o las Spice Girls al otro». Además añade que «un mismo interés en las actividades de la llamada cultura de la clase alta, cultura de elites o cultura tradicional, como en las actividades de cultura de clase baja, popular o contemporánea no tiene por qué ser incompatible. De hecho, el uso de las formas culturales contemporáneas es un fenómeno cada vez más común en un mundo postmoderno y más globalizado».

En base a estas expresiones podemos llegar a considerar posible que el turismo en nuestro país tiene un potencial real de desarrollo. Bien trabajado, puede ser una importante herramienta de desarrollo social, cultural, económico y ambiental.

(1) OMT, 1999.
(2) Gustavo Meixueiro Nájera, «Las cifras del turismo internacional en México», Socioscopio núm. 8, Centro de Estudios Sociales y de Opinión Pública, México, 2006, p. 47.
(3) Gustavo Meixueiro, óp. cit., p. 47

 
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