La dictadura de la delincuencia
Editorial junio 2013 | Liber Trindade
 
Estamos inmersos en una nueva dictadura desde hace años, conducida por la delincuencia que nos azota.

Me tocó nacer en 1971. Se puede decir que prácticamente comencé a caminar en dictadura. El año 1982 lo empecé en Montevideo, luego de dejar atrás mi Salto natal al terminar las clases, con la preocupación de mi bisabuela y sus consejos para que nos cuidáramos junto a mis hermanas pequeñas, porque la capital era peligrosa. Por supuesto, algunos cientos de veces menos peligrosa de lo que es hoy.

Tuve una educación espectacular en el liceo 5, José Pedro Varela, público, con ocho salones, donde todos éramos iguales, hasta que en 1986 nos desarticularon el uso de uniforme (eso mismo que ahora quiere reinstalar la senadora Topolansky, porque reconoce que fue un error eliminarlo).

De allí en más, de la misma manera en que todos los males de nuestro fútbol se le achacaron a que fuimos campeones mundiales en 1950, todos los males que comenzó a experimentar nuestra sociedad se le comenzaron a atribuir a las secuelas de la dictadura. Comenzó a hablarse de los ciudadanos desaparecidos por el gobierno militar, que si simplemente nos remitimos a números como hoy se hace con nuestros habitantes asesinados, simplemente serían un bloquecito muy pequeño en la gráfica en relación a todos los trabajadores asesinados en democracia.

Pero ello le ha dado réditos al Frente Amplio, miles de marchas con miles de personas, nos ha anclado en el pasado, ha dinamitado todos los valores de respeto, en especial a la autoridad en toda su expresión, desde un padre a un superior en lo laboral o en el estudio.

Se ha aprobado la reparación económica a cientos de ciudadanos por varios millones de dólares por haber sufrido el hostigamiento de la dictadura, porque ese partió del propio Estado, y suena bastante lógico más allá de que solo haya beneficiado a amigotes, pero a partir de aquí es cuando uno se pregunta, ahora que estamos inmersos en una nueva dictadura desde hace años, ya no militar, sino conducida por la delincuencia que nos azota, ¿acaso esta nueva dictadura también no ha partido desde el mismo Gobierno, que no sabe o no quiere detenerla? Con un Parlamento ya no en un febrero amargo, sino en un total año amargo, que no sanciona leyes, con jueces que como tienen mucho trabajo dejan en libertad a quienes con esfuerzo la Policía capturó por diversos temas, robo, receptación, venta de sustancias, etc., donde las leyes son iguales para todos los orientales, pero la aplicación de la justicia dista mucho de ser verdaderamente justa.

Lo cierto es que la acumulación de estos años amargos ha activado una situación explosiva donde en los barrios muchos jóvenes no se inmutan al reconocer ante cámaras que está bien robar y que le metan un chumbo a un comerciante y lo maten.
El sábado 15 de junio fue un día más, arrancamos otra hoja del calendario y con ella la delincuencia nos arrebató la vida de otro trabajador: un joven de treinta y un años que tenía una mala conducta según los trabajadores de la feria de La Teja, se quedaba trabajando hasta muy tarde, lo hacía hasta las 14:30. Ese fue su pecado, trabajar un poco más. (A algún lector, tal vez en una lejana tierra, le comentamos que a esa hora el sol en nuestro país está en lo más alto del cielo). A esa hora estaban cerrando cuando fue sorprendido por dos ladrones, uno de entre doce y trece años, el otro mayor de edad. Por las versiones de otros feriantes, en el forcejeo le dieron un disparo en el pecho, inmediatamente fue trasladado a un centro de asistencia del Cerro, donde dejó de existir.

La Policía en su investigación toma los testimonios de otros feriantes —que muestran lo poco que se involucra la gente, no vi nada, no los podría reconocer si los vuelvo a ver—, pero queda atada cuando los jueces no le dan autorización para que haga los procedimientos que necesita en tiempo real, como en este caso.

Por todo lo expuesto fue que este jueves 20 de junio de 2013 realicé una convocatoria para reunirnos pacíficamente en la Torre Ejecutiva y rendirle homenaje a la memoria de este trabajador. Argumenté ante periodistas de radio y televisión* el motivo que me llevó a estar allí, conversamos con la cuñada de este joven, que nos comentó el calvario que está viviendo la familia en estos días.  

Luego dejé una carta para el Presidente Mujica y me fui para mi casa con la conciencia tranquila de contribuir con pequeño granito de arena, dando apoyo a esta familia que es lo que verdaderamente me importaba a esa hora, más allá de que  para la mayoría de los uruguayos la prioridad la tuviera el partido de Uruguay contra Nigeria, porque seguramente están ya convencidos de que al día siguiente, en una especie de ruleta rusa, la siguiente bala puede ser para cualquiera de ellos o su familia.

«Quedate en casa», «hoy no me tocó a mí», «yo no vi nada», «yo hablo pero no me grabes», «no te metas si no te pasó a vos» son entre tantos otros argumentos los elementos con los que se retroalimenta la dictadura de la delincuencia actual. Mientras tanto, un Parlamento con mayoría del Gobierno, que tiene todas las manos necesarias en sala para votar anular el pronunciamiento por dos veces del pueblo, no levanta esas mismas manos para votar acciones que pongan fin a esta nueva dictadura del siglo XXI. ||

 

 
«No nos ha dejado»
«Sr. Liber Trindade: Soy la esposa de Gonzalo Rodríguez, quisiera que supiera que desde el fondo de mi ser le agradezco inmensamente lo que hizo hoy, por mí, por mis hijos, por todos. No pude concurrir [a la convocatoria del 20 de junio], nuestro bebé estaba con mucha fiebre y debí sacar fuerzas de donde no tengo para atenderlo, aunque pueda sonar egoísta, es que como digo me pesa el alma, el cuerpo, los pensamientos, la rabia que tengo, lo que lo extrañamos, lo necesitamos, es como una pesadilla de la que deseo con todas mis fuerzas despertar; yo espero que llegue, que golpee la puerta y que se ponga a jugar con los nenes, como siempre, sé que donde está, está muy triste porque jamás querría haberlos dejado solos, deseo justicia, para todos, para cada una de las personas que pasan lo que estamos sufriendo, que no puede expresarlo en palabras, desde ya estoy eternamente agradecida y a las órdenes. Mi cielo querido no nos ha dejado, nuestros hijos se llaman Ignacio y Nicolás, tienen 2 y 8 añitos, es tan injusto todo, él adora a sus hijos, el padre más maravilloso, sin palabras, gracias nuevamente». || Myriam Carballo.
 
 
Carta abierta al presidente José Mujica

»Sr. José Mujica

»Presidente de la República Oriental del Uruguay

»He convocado en esta fría tarde de junio a los ciudadanos a juntarse para manifestarle a nuestro sistema político lo que estamos viviendo en nuestro país: la pérdida total de nuestra libertad, porque nos han llevado a vivir en medio de la dictadura de la delincuencia.

»Ella, este fin de semana pasado, le arrebató la vida a otro trabajador, Gonzalo Rodríguez, un joven feriante, un padre de familia, con hijos pequeños, que laburaba doce horas por día para llevar el sustento a su hogar, como lo hace la gente de bien.
»A diario recorremos los barrios y nos encontramos con víctimas de la violencia, seres queridos que ya no están, gente postrada en silla de ruedas luego de un asalto, mujeres con graves secuelas, con los vecinos asustados y presos dentro de sus propias rejas, con nuestros viejos maltratados.

»Todo parece simplemente alimentar la crónica roja de los informativos. La gente aprecia en programas periodísticos cómo los delincuentes justifican que está bien meterle un chumbo a un comerciante, por el simple hecho de que lo quiero y lo obtengo. Los días del año pasan y cada hoja del almanaque se va llevando la vida de una persona asesinada y comienza a fermentar una situación que se puede ir aún más de control: la justicia por mano propia.

»Cada vida que nos arrebata la delincuencia es mucho más que la simple vida, es la esperanza a volver a caminar con libertad. Nos arrebata referentes sociales, nos pega en la línea de flotación como sociedad, en los valores, el respeto, la familia, el esfuerzo, la tenacidad, la entrega. Nos dinamita la familia.

»¿Qué ejemplo les deja para seguir a los niños, a los jóvenes, si ven cómo todo el sacrificio de sus padres de años se esfuma por el simple deporte de gatillar un arma con total impunidad?

»Usted es un afortunado en esta sociedad, es un viejo. Cientos y cientos de uruguayos no tuvieron esa posibilidad, les segaron sus vidas antes. A usted le quedan casi dos años al mando de este país. Hoy le vengo a pedir que asuma una acción inmediata para atacar este flagelo, que le permita a usted no irse para su casa con las manos vacías y darle la oportunidad a nuestros niños, jóvenes, adultos y viejos de vivir sin miedos, de poder pasar unas fiestas juntos, sin pensar que al volver a casa no encontrarán nada. Le pido que vele por la vida de los ciudadanos de bien, que defienda sus vidas y su libertad. 

Le queda agradecido un simple padre de familia, un ciudadano más.

»Liber  Trindade».

 
 
 
 
 
 
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