¿Qué me contás?
José Píriz
 

La historia la cuente quien la cuente es como un collar, debe tener todas las perlas, si falta una el collar no está completo. En agosto, setiembre del 78 visité gente que por problemas aduaneros fue a parar a cárcel Central y ahí conocí personalmente a los tupamaros a los que solo conocía por los medios de prensa, no a todos y no recuerdo quiénes eran, pero a quienes fui a visitar me pusieron al tanto. Esos tupas eran «buenos», o sea, colaboraban y no daban problemas, estaban todos en el cuarto piso, andaban sueltos y hacían artesanías para vender. En el tercero estaban las tupas y las más renombradas eran las hermanas Topolansky y en el sexto, un apartamento especial para el jefe de la cárcel, estaba Seregni. Pasado el tiempo todos quieren contar su parte de la historia y salieron cosas que costaba creer pero fueron ciertas. Pero quedaba la pregunta más jodida de hacer. Si los milicos fueron tan asesinos y despiadados, ¿cómo se salvaron estos tupas de hoy? Entonces la respuesta empezó a salir de a poco, como con vergüenza, con miedo, pero va saliendo, primero el «ñato» Huidobro en entrevistas televisivas y escritas reconoció que había transado con los milicos, salió un libro sobre Amodio Pérez, el año pasado otro donde el autor había entrevistado tupas que habían torturado detenidos colaborando con los milicos y saliendo de los cuarteles en uniforme, pero la perla que faltaba la puso en la opinión pública Sergio Lamanna, tupa compañero que estuvo fuera del país y que al encontrarse con el Pepe le arrostró: «Pepe, nos entregaste en la cárcel y ahora estás entregando el país a las multinacionales», agregó luego que otros que batieron compañeros fueron: el ñato, Bonomi, Rosencof y Lucía entre otros. ¡Ahora sí cierra la historia de por qué las fuerzas conjuntas ganaron la partida tan fácilmente! Los tupas entregaron ellos mismos a sus compañeros y al movimiento. Recuerdo también que un calificado periodista terminó procesado por decir lo mismo de otro histórico grupo político muy «compañero y camarada» pero cuando hubo que salvarse ¡que las verdes se las coman otros! Hoy van cerrando otras cosas,  como por qué el M.P.P. estuvo y está contra anular la ley de caducidad. Claro,  los pactos con los militares deben ser mucho más profundos que el del club Naval. Pacto que siempre criticaron, pero por ese pacto y leyes aprobadas posteriormente ellos han gozado de libertad y están disfrutando de las mieles que trae el usufructo del poder. ¿Qué otras cosas estarán fuera de la vista de la gente común? ¿Qué otras cosas ignoramos todos? Porque esas cosas se cocinan fuera de la luz o a escondidas. Me permito plantear una reflexión: alguien en algún momento debería disculparse, pedir perdón por tantas muertes inútiles, tanto daño, por tanto engaño y por sobre todo haber colaborado directamente para traer una dictadura que nos tocó a todos, no solo a los tupas. A cartas vistas, el pueblo sufrió y sigue sufriendo, ellos están tocando el cielo con las manos, la mayoría en cargos de gobierno y con amigos y familiares gozando de la bonanza que trae el ser gobierno. Lo que está claro es que hay censura de la información que debe salir al público y que los periodistas de hoy permiten que los callen o les digan lo que deben decir.

¿Por qué se silenció el hecho? ¿Por qué nadie repreguntó? No si este hombre, como pretendieron hacer creer, no era tan mártir o héroe nacional como la cúpula tupa, sino si lo que él decía era verdad o mentira. Por qué todos repetían como loros que este señor había insultado al presidente, cuando todos somos testigos por lo que está grabado que lo trató de delator y entreguista. Si este hombre miente, mienten muchos actores de aquella época, entre ellos militares, que reconocen haber tenido ayuda para desmantelar al aparato subversivo. Las cosas son como son, ¡pero usted crea lo que quiera! Por suerte estamos en  democracia.

 
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